Reseña: La Casa de los Espíritus, de Isabel Allende.
¿Por qué será que en ningún otro rincón del mundo emergieron escritores que vieran la realidad como la vieron los autores que protagonizaron el Boom Latinoamericano a mediados del siglo XX?
¿Cómo a nadie se le ocurrió que una epidemia de insomnio azotara a una ciudad? ¿O que un hombre se encuentre con sí mismo en dos momentos diferentes de su vida?
"Porque no contemplaban el lado mágico de las cosas", dice Isabel Allende hablando de por qué los modelos políticos europeos no funcionarían en nuestro continente. Tal vez funcione también para explicar por qué el Realismo Mágico surgió justamente aquí.
"La Casa de los Espíritus" nos sumerge en este movimiento único que marcó para siempre la Literatura Universal. De la mano de las mujeres de la familia Trueba, recorremos los principales eventos de la historia chilena a lo largo de la primera mitad del siglo XX. La brecha entre las clases sociales, el trabajo en las minas, los arreglos matrimoniales, el ascenso social, la dictadura, el despotismo y la corrupción, grietas políticas... nociones que nos atraviesan a todos como latinos, que marcan nuestra historia desde hace años y hasta el presente. Todas ellas están presentes y reflejadas en cada capítulo.
Empezamos con una mujer clarividente que marca la historia por sus poderes sobrenaturales y un minero pobre cuyo único objetivo es juntar suficiente dinero para casarse y alcanzar la aristocracia. Luego, diversas cuestiones sociales, económicas y finalmente políticas sacudirán la historia hasta cambiarla por completo.
Dos eventos principales marcan "el estropicio": la victoria de El Candidato (un presidente socialista, saquen sus propias conclusiones) y el golpe militar que lo derroca, con su consecuente dictaduram hechos que marcarán a la familia definitivamente.
En pocas horas el país se dividió en dos bandos irreconciliables y la división comenzó a extenderse entre todas las familias.
Si hablamos de realismo mágico, es claro que todos estos hechos están rodeados de magia, de hechos sobrenaturales incuestionables y totalmente lógicos. En este sentido, sólo con las primeras páginas recordé a Macondo, en Colombia, ese pueblo ficticio que nos presentó Gabo en "Cien Años de Soledad" tras los pasos de la familia Buendía. Ambas novelas cuentan con varios puntos en común: una mujer de belleza sobrenatural cuya vida tristemente dura poco, una mujer que carga el peso de toda su casa y familia, una casa mágica llena de forasteros y aves,... pero, principalmente, la idea de la historia contada a través de las generaciones de una familia, con espíritus, temperamentos y sombras sobrenaturales.
Sin embargo, la perspectiva es muy diferente: la pluma de Allende es mucho más conmovida por las emociones y las intuiciones que la de Gabo, más instintivo e impulsivo. Además, mientras Macondo nos transmite el calor, la humedad y los colores del Caribe en cada situación y frase, "La Casa de los Espíritus" nos sitúa entre la cordillera de los Andes y el océano, con terremotos, vientos fuertes. Esto no sólo se ve en lo literal, en el clima de cada región; sino también en el carácter de los personajes, en la velocidad de los hechos, en cada reacción ante los eventos incontrolables del destino.
Buscando un poco de compañía y calor, se acostó a su lado procurando no despertarla y murmurando oraciones silenciosas para que aquello no fuera a degenerar en un terremoto.
Aunque Allende no da nombres, hay dos personajes que, desde un calculado anonimato, influencian y acompañan la historia en mayor o mejor medida:
- El Candidato: El candidato socialista que finalmente logra ganar las elecciones y en poco tiempo es derrocado por el golpe militar. Esta es una clara referencia a Salvador Allende, quien ganó las elecciones en 1970, convirtiéndose en el primer presidente socialista de Chile.
- El Poeta: Un poeta cuyas frases recorren el mundo y son traducidas a cientos de idiomas, pintadas en paredes en defensa de la revolución. Otra referencia transparente, en este caso al poeta Pablo Neruda, defensor del marxismo y figura consagrada de la Literatura chilena.
Ambas muertes marcan el final del proceso democrático en la novela, y una precipitación infinita de desgracias que nos llevan al siguiente punto.
El final es sencillamente desgarrador. Los últimos capítulos me resultaron dolorosos, como si los viviéramos en carne viva. Sobre todo quienes no fuimos testigos de las dictaduras de las que tanto hemos escuchado, podemos comprender lo que vio y lo que no vio la sociedad en ese momento. Por suerte, hay una luz al final del tunel. ¡Gracias por un epílogo tan esperanzado!
En definitiva, como todos los clásicos, creo que valen una buena lectura. Quienes me conocen saben que admiro el Realismo Mágico, por lo que me resultó muy enriquecedor el encuentro con otra pluma más cercana a mi país y con una perspectiva femenina.
Qué forma tan bella de ver nuestras raíces y nuestras historias, con lo bueno y lo malo, pero con nuestra propia magia en todas partes.
En algunos momentos tengo la sensación de que esto ya lo he vivido y que he escrito estas mismas palabras, pero comprendo que no soy yo, sino otra mujer, que anotó en sus cuadernos para que yo me sirviera de ellos. Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente.
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