Reseña: "Los años tristes de Kawabata" de Miguel Sardegna.
TÍTULO: Los Años Tristes de Kawabata.
AUTOR: Miguel Sardegna.
EDITORIAL: Odelia.
PÁGINAS: 171.
Hay algo de Oriente que Occidente no consigue comprender.
Será que este último se concentró tanto en el progreso, en la tecnología, en los mercados, que olvidó la verdadera esencia de las cosas. Será que vivimos inmersos en lo efímero y sin prestar verdadera atención a lo que realmente importa. Será que no nos detuvimos a escuchar el silencio, a contemplar la naturaleza, a intentar ver el mundo desde la mirada oriental para enriquecernos con su milenaria sabiduría.
La historia que nos cuenta Miguel Sardegna en su novela "Los años tristes de Kawabata" gira en torno a este eje. Facundo está dando la última clase de su seminario en la UBA cuando recibe la noticia de la muerte de su padre. Es entonces cuando reaparecen recuerdos de la muerte de su madre y surge el incontrolable deseo de comprender sus orígenes. Con constantes referencias a la perspectiva de varios autores japoneses que vivenciaron situaciones familiares trágicas, Facundo viaja a Japón en la búsqueda de comprender lo que la cultura occidental no pudo.
"Acabo de dibujarte el kanji de pensar (...). Pero pensar es un concepto abstracto, me dijo. No es posible dibujarlo.
Le dije:
En Japón, pensar es también añorar y ser incapaz de olvidar y estar triste."
A través de diversos episodios tanto en Buenos Aires como en Japón, la cultura oriental impregna cada capítulo. Es así como, a medida que avanzamos a través de las páginas, lo que al principio nos resulta culturalmente incómodo nos termina sugiriendo una noción diferente de la estética, bastante lejos de lo que estamos acostumbrados: la apreciación de detalles bellos en situaciones tristes o trágicas; la contemplación de cada momento como único e irrepetible; y la belleza de la imperfección, de lo inacabado, considerando que, una vez alcanzada la perfección, sólo queda el declive.
Las experiencias de Facundo relatadas en primera persona, en un estilo informal y anecdótico, son interrumpidas ocasionalmente por recuerdos de su infancia o por comentarios biográficos de diferentes autores, como fue mencionado anteriormente, entre los cuales se destaca Kawabata Yasunari y su misterioso talento para crear belleza de las situaciones reales más feas. En base a su admiración por dicho autor, nuestro protagonista busca empatizar con él y adoptar su perspectiva para encontrar la conexión con sus orígenes que necesita.
Bailando me rebelaba contra mi tiempo, contra mi historia, contra la vida que me había tocado. Los festivales me hacían tomar consciencia de mi participación en el orden del cosmos. Se me impregnó en el cuerpo la nostalgia de un retorno al origen. En la lengua arcaica no debían existir vocablos como ser, no-ser, real, irreal, devenir, ilusorio.
Si hay algo innegable en esta lectura es la pasión del autor por la cultura oriental, y como lectores alcanzamos, si no un atisbo de su forma de ver la vida, por lo menos curiosidad por acercarnos un poco más. Tal vez, así logremos encontrar esa belleza que seguramente también nos rodea de este lado del mundo e ignoramos.
Tal vez, así aprendamos a deternos y mirar alrededor.
Y comprendamos que cada momento tiene su magia, cada elemento que nos rodea, cada persona, cada silencio.
"Y la luna, siempre arriba."
La Maga.
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