Reseña: "El Mar de los Lobos", de César Sodero.
TÍTULO: El Mar de los Lobos.
AUTOR: César Sodero.
EDITORIAL: Alto Pogo.
PÁGINAS: 188.
El mar. El mar argentino. El mar patagónico. El mar oscuro, profundo. El mar y el viento. Azul oscuro, profundo. Y aún más, si es de noche. El mar impredecible, peligroso, a veces cruel. El mar, su belleza salvaje, sus animales, su incertidumbre. El mar, a veces calmo, a veces violento; a veces, nos salva; a veces, nos hunde, nos ahoga. El mar y el viento, el frío, azul oscuro, las olas, la sal. Su incertidumbre.
Si hay algo que atraviesa los cuentos de César Sodero en su antología "El Mar de los Lobos" es precisamente el mar. En estas historias, diferentes personas se ven expuestas a situaciones inesperadas, contrapuestas por completo a lo esperable, a lo planeado, y navegan entre la coherencia y el delirio, entre impulsos y raciocinio, hasta definir un curso de acción. Un encuentro cara a cara con la barbarie; una pérdida que nos recuerda a todas las demás; una relación que nos acerca más a la soledad; la naturaleza manifestando su infinito poder ante el hombre; éstos y otros episodios cuestionarán la verdadera identidad de los personajes, arrojándolos a mar abierto y obligándolos a subsistir o morir en el intento.
"La oscuridad nos iguala, al final no somos más que sombras."
No es redundancia sostener que el mar atraviesa todo el libro. Un claro ejemplo es justamente la prosa del autor. Sodero nos habla con crudeza, con frialdad, con la misma determinación que traen las olas al romper contra una roca. Como lectores, nos ahogamos con los personajes, perdemos la respiración, sentimos la sal en los pulmones y compartimos la desesperación del instinto, la supervivencia, esa sed de aventura que por momentos nos lleva a aferrarnos a la vida y por momentos nos empuja a saltar al abismo. Cada historia es un acantilado del que los personajes caen sin retorno, y dependerá de sus historias, de sus personalidades, de sus herramientas psicológicas, encontrar la forma de volver a tierra firme o aceptar la derrota con la frente en alto.
Por otra parte, también el mar se vuelve en el libro todo aquel elemento de la naturaleza que se defiende de la humanidad, y en estos términos la lectura también nos ofrece un mensaje contundente. Las olas, los animales, el viento, todo reacciona a la violencia, todo responde a nuestras acciones, de la misma forma en que nosotros lo haríamos, pero con su fuerza sobrenatural en contraposición a nuestra vulnerabilidad, a nuestras limitaciones humanas. En este sentido, son, en varias ocasiones, los mismos personajes los que generan la ola que los destruirá, su propio salto al abismo, su propio ahogo.
El mar y el viento, el frío, azul oscuro, las olas, la sal. Su incertidumbre. El mar como la vida misma, que se mueve, que muta, que nos ayuda a navegar o nos dificulta el viaje. El mar como la vida misma, con su calma y sus tormentas; con su oleaje agradable o intempestivo; con su belleza y su crueldad.
El mar como la vida misma, y nosotros, que la respetamos o desafiamos; que aprendemos a navegarla.
Que, en nuestra libertad y en cada tormenta, luchamos por sobrevivir, o morimos en el intento.
O sencillamente, nos dejamos ir.
La Maga.
CÉSAR SODERO
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