Reseña: "Labios del Fin del Mundo", de Federico Aliende.

 TÍTULO: Labios del Fin del Mundo.
AUTOR: Federico Aliende.
EDITORIAL: Simurg.
PÁGINAS: 208

Si pensamos en un inminente apocalipsis, en qué haríamos en un inminente apocalipsis, seguramente se nos venga a la mente la salvación. Yo pienso en un inminente apocalipsis y pienso en mi familia, como si pudiera salvarlos; pienso en mis libros, como si pudiera salvarlos; pienso en huir, pero no pienso hacia dónde. Si pensamos en un inminente apocalipsis, pensamos en un instante, un parpadeo en el que no quede nada. Con suerte (mala), algunos minutos de agonía y que todo se vaya al diablo de una vez. Sin embargo, y a pesar de la relatividad del tiempo, habiendo tan pocas cosas que duran instantes, ¿Qué nos hace pensar que el mundo se acabaría tan rápido?

"Labios del Fin del Mundo" de Federico Aliende nos cuenta una versión del proceso de apocalipsis. Un proceso que empieza con una nube gris que cubre la ciudad, que corta la electricidad y el poder de los hombres; que genera pánico y violencia a medida que se va acabando todo lo que en algún momento fue normalidad y ya no se recuperará jamás. Julián, un abogado que vive solo y atormentado por recuerdos, y Ana, su vecina, encuentran en el otro una razón para la supervivencia, aunque parezca una idea irracional y, por sobre todas las cosas, imposible.

El contexto apocalíptico es uno de los aspectos mejor logrados en esta historia. Lentamente, la desesperación difumina los límites morales de los seres humanos y nos encontramos con todo lo que creemos absurdo, es decir, con la verdadera naturaleza de los seres humanos, la determinación de subsistir a cualquier costo, independientemente del otro. La deshumanización es inminente, las barreras morales pocas veces superan las pruebas; pero, incluso con la muerte hablándoles al oído, Ana y Julián se sostienen mutuamente en un intento imposible de aferrarse a la cordura, a la vida, a la humanidad, a la libertad.

Sin embargo, mi parte favorita de la lectura fue la del diálogo. Pensamientos existencialistas, filosóficos, psicológicos, atraviesan la trama completa y nos envuelven en conversaciones que continuamos incluso por fuera de la lectura. Principalmente, la culpa se vuelve un eje central para los personajes: la culpa de no haber hecho algo, el remordimiento de una despedida que no fue, la impotencia ante lo inexorable. Emociones que tal vez nos sean familiares sin necesidad de situaciones extremas, pero que lo desconocido maximiza hasta volverse una carga demasiado pesada. Con diversas referencias literarias, especialmente a Rayuela, Aliende logra que las palabras tengan más peso que el fin del mundo en sí, lo cual, a mi entender, significa mucho.

Si pensamos en un inminente apocalipsis, seguramente imaginemos todo lo que nos habrá quedado por hacer, los fantasmas de rutinas, de palabras que no dijimos, de riesgos que no tomamos, de momentos que no nos atrevimos a vivir. No obstante, me pregunto, ¿hace falta el apocalipsis para pensar en todo lo que posponemos hasta el infinito por miedo a la vida misma, a la infinidad de posibilidades que implica?

Tal vez esta lectura sea un buen momento para pasarle un mate a Horacio y redactar una lista de pendientes.

La Maga.

FEDERICO ALIENDEFederico Aliende nació en Mar del Plata, en 1984. Estudió en la facultad de Derecho de Mar del Plata y se recibió de Abogado y Especialista en Derecho Penal. En la actualidad, se desempeña como Instructor Judicial del Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Buenos Aires.
En 2015 publicó su primer novela Labios del fin del mundo.


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