Reseña: "París era una Fiesta", de Ernest Hemingway.

TÍTULO: París era una Fiesta.
AUTOR: Ernest Hemingway.
EDITORIAL: Lumen.
PÁGINAS: 280.

Lo indiscutible es que París tiene su encanto. Incluso hoy, incluso en pleno siglo XXI, mientras cada quien habita su recorte rectangular y oscuro (o luminoso) de realidad, incluso así. Incluso siendo uno turista, incluso sin saber francés, incluso renegando porque los franceses detestan el inglés, incluso porque difícilmente sepa uno a dónde ir primero, a dónde ir después. París tiene su encanto porque tiene su historia, porque tiene raíces bohemias y se podría decir que entiende a los artistas mejor que cualquier otra ciudad.

"París era una Fiesta" de Ernest Hemingway es, según el propio autor y quienes decidieron publicarlo póstumamente, un libro de ficción. Y, sin embargo, en esa ficción encontramos una experiencia muy cercana a la que debe haber sido la vida en París en los años '20, un momento histórico y un lugar que encontró a grandes artistas que buscaban su camino para consagrarse en su disciplina. A través de las páginas, acompañamos a Hemingway en sus años de juventud, en sus momentos íntimos de escritura y en sus primeros encuentros con personalidades sumamente distinguidas como Gertrude Stein, Ezra Pound y F.Scott Fitzgerald. 

"Eres mía y todo París es mío y yo soy de este cuaderno y de este lápiz."

Si el libro nos encuentra a la espera de una trama atrapante, seguramente nos decepcionará. Esta lectura toma un tono anecdótico, nostálgico, de conversaciones enriquecedoras y momentos únicos que muy posiblemente nos roben una sonrisa. Imaginar las situaciones que Hemingway nos presenta produce su propia magia independientemente del texto, pero en la pluma de este autor en particular todo toma un tono más auténtico, genuino; todo toma dimensión real y nos colma sensorialmente de los pensamientos y emociones que habrán acompañado a la "Generación perdida". 

"Nuestros placeres, que eran los de estar enamorados, eran tan sencillos y a la vez tan misteriosos y complicados como una simple fórmula matemática que puede representar toda la felicidad o bien el fin del mundo."

Por otra parte, la lectura se vuelve sumamente valiosa si tomamos en cuenta los consejos de escritura que encontramos en muchas de las conversaciones. Se vuelve, entonces, muy sencillo comprender que todos los escritores, incluso aquellos hoy ya indiscutiblemente consagrados, pasaron por la preocupación de no ser lo suficientemente buenos, de no vender tan bien como quisieran, de ser rechazados por los lectores. De no saber qué escribir o cómo escribirlo. Y en cada situación, una conversación nos aconseja, nos da respuestas y nos alienta a tomar nuevamente el lápiz y la libreta, para invocar a la inspiración.

"- (...) Hem, ¿no te olvidarás de escribir?
- No - respondí -. No me olvidaré de escribir.
Me dirigí al teléfono. No, pensé. No me olvidaría de escribir. Era para lo que había nacido y volvería a hacerlo. Dijeran lo que dijeran sobre ello, sobre las novelas, los cuentos y sobre quién los escribía, me parecería bien."

 Lo indiscutible es que París tiene su encanto, y siempre lo tuvo. Después de "París era una Fiesta", es todavía más claro, más irremediable, casi inexorable, diría. Se transmite en cada anécdota, en cada palabra del autor, en cada episodio. Y cada episodio está contado en primera persona, por lo que es muy fácil sentir que fuimos lo suficientemente afortunados para encontrar un diario privado de la época. 

No estamos acostumbrados a que Hemingway nos mienta; y sin embargo, es un libro de ficción. De esas ficciones en las que elegimos creer, para sentir que fuimos lo suficientemente afortunados para robarle al menos algunas conversaciones, al menos algunos cafés,
al menos algunas páginas, al siglo pasado.

La Maga.

ERNEST HEMINGWAY
Nacido en 1899 en Oak Park, Illinois, forma parte ya de la mitología del siglo XX, no solo gracias a su obra literaria, sino también a la leyenda que se formó en torno a su azarosa vida y a su trágica muerte. Hombre aventurero y amante del riesgo, a los diecinueve años, durante la Primera Guerra Mundial, se enroló en la Cruz Roja. Participó también en la guerra civil española y en otros conflictos bélicos en calidad de corresponsal. Estas experiencias, así como sus viajes por África, se reflejan en varias de sus obras. En la década de los años veinte se instaló en París, donde conoció los ambientes literarios de vanguardia. Más tarde vivió también en lugares retirados de Cuba o Estados Unidos, donde pudo no solo escribir, sino también dedicarse a una de sus grandes aficiones: la pesca, un tema recurrente en su producción literaria. En 1954 obtuvo el Premio Nobel. Siete años más tarde, sumido en una profunda depresión, se quitó la vida. Entre sus novelas destacan Adiós a las armasPor quién doblan las campanas o Fiesta. A raíz de un encargo de la revista Life escribió El viejo y el mar, por la que recibió el Premio Pulitzer en 1953.


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