Te cuento: Lila.

Lila, digo. Lila, dice. Lila, dije. Qué ganas de complicarme la vida.

Habiendo tantos colores. Lila. Por vivir complicadamente.

Y mirá que lo intentamos. Mirá que barajamos opciones más realistas, más posibles. Idealistas, nosotros. O llanamente ridículos. Qué sé yo. Ni siquiera negro, la noche y ya. Gris, día nublado. Y ya. No.

Ahora, yo, justamente yo, también voy a querer emprender este viaje. Lila, dijimos los dos, y no es tu culpa. Ni la mía. En todo caso, de ambos. Por vivir complicadamente.

Entonces, empecemos la investigación. Este mes nos toca lila. Búsqueda de imágenes. Paisaje + lila. Eso es violeta, en todo caso, no lila. Paisajes lila, violeta, magenta. Pone todo junto como si fuera lo mismo. No lo es. Ya sé. Dice lila. Te digo que es violeta, no lila. Bueno, busquemos de otra forma, entonces. Paisajes + lavanda. Lavanda por todos lados. La lavanda es lila. Si, pero no es lo mismo, no se me hace lila. La lavanda es lila, pero también es verde. Y también es. Está bien, ya entendí, hay que razonarlo de otra manera. Buscar de otra manera, no con otras palabras. De otra manera. Mejor. Aunque qué podremos encontrar. Por vivir complicadamente.

Necesitamos lila. Que todo sea lila. A veces, el cielo es lila. Depende de la hora, pero es verdad. Entonces, algo que refleje el lila. Qué puede reflejar el lila. Todo. No, todo no, la piedra no. En ese caso, el asfalto tampoco. No, el asfalto tampoco. El agua. Un lago. El mar. El mar. Qué cosa, el mar. Qué mar. No sé, uno que refleje el cielo. Todos reflejan el cielo. Uno que refleje el cielo lila. Búsqueda. Playas+para+ver+el+amanecer. El amanecer es muy temprano. El atardecer no es lila. Y de qué color es. Magenta, violeta, naranja, qué sé yo, pero definitivamente no es lila. Bueno, que sea amanecer entonces. Qué se puede hacer. Por vivir complicadamente.

Habiendo tantos colores, lila. Qué será de todos los demás. Qué sé yo. Aún no es lila. Aún es un tenue rosado, no rosado, rosáceo, rosado, lo que sea. Qué cosa, porque, si te fijás, parece que se tomara el trabajo de empujar el azul oscuro, profundo. A dónde lo empuja. Debajo del mar, supongo. El mar también es azul oscuro. Aún el mar no decidió qué reflejar, y es un enchastre. El enchastre somos nosotros. Verdad. Verdad. Si lo pensás, bien podría ser que amanezca pronto o que haya anochecido recién. Sólo se sabe en la espera, aún son ambas cosas al mismo tiempo. Verdad. Verdad. El café se enfría. Que se enfríe, estamos esperando. Me fascina el viento salado. Es ahora. Es lila.

Lila, digo. Lila, dice. Lila, dije. La hora lila, le llamo. Por qué. Te cuento, el cielo es lila, concretamente. Veo. No sólo eso; el cielo es lila, y contagia de lila a todo lo demás. El mar lila. La arena lila. Tus ojos lila. Y hasta el humo del café. Los autos lilan. Las sonrisas lilan. Lila, querrás decir. Lila, digo. Lila, dice. Lila, de pronto, es un verbo.

Qué hacemos el mes que viene. No sé, rosa. Basta de sentimentalismos. Bueno, amarillo, qué sé yo. Lo hablamos, tenemos un mes para decidir. No hay apuro. Verdad. Verdad. 

Y mirá que lo intentamos. Mirá que barajamos opciones más realistas, más posibles. Desafíos más sensatos que nos alivien de barbijos, ascensores y zapatos. Idealistas, nosotros, que no pudimos con menos que captar paisajes monocromáticos para vivir el milagro de ver las cosas como en los sueños. Idealistas, nosotros. O llanamente ridículos.

El lila se vuelve celeste. Pasó la hora lila. Pasó el momento. Se volvió recuerdo. Que no nos olvidemos. Que no nos olvidemos más. Fue verdad y ya dejó de serlo. El mes que viene será verdad de nuevo. Brindemos con el café, y vaya a saber dónde nos encontraremos el mes que viene. Y en qué color. Y en cuántos kilómetros. Brindemos con el café por más colores. Por el café. Por la vida en lila. Por vivir complicadamente.

La Maga.