Reseña: "Cometierra", de Dolores Reyes.
Leí por ahí en algún libro que la realidad siempre supera a la ficción porque es su madre, lo cual me resulta sensato y lógico. Pero sensato y lógico no significa agradable, muchas veces los hechos reales que superan en extravagancia a los hechos ficticios son inconcebibles, oscuros, perturbadores, siniestros. Pasa cada vez que contamos asesinatos, femicidios, y a veces conocemos las razones, a veces las ignoramos, pero en cualquier caso no son relevantes a lo que es, el arrebato de una vida. La impotencia, el dolor de quienes quedan de este lado.
DOLORES REYESDolores Reyes nació en Buenos Aires en 1978. Es docente, feminista, activista de izquierda y madre de siete hijos. Estudió letras clásicas en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad, vive en Caseros, pcia. de Buenos Aires. Cometierra es su primera novela.
Sin embargo, "Cometierra" de Dolores Reyes nos presenta a una anti-heroína, una mujer con el poder de encontrar a los desaparecidos a través del consumo de la tierra.Así, con pocas palabras y jerga de barrio, vemos en cada página el reflejo del dolor que genera una desaparición, la desesperación de la búsqueda, la esperanza del reencuentro para bien o para mal. Y, por sobre todo, descubrimos la responsabilidad que genera semejante poder en una joven huérfana, así como la carga que conlleva el descubrimiento de verdades tan violentas y crueles.
"Empezaba a ver que los que buscan a una persona tienen algo, una marca cerca de los ojos, de la boca, la mezcla de dolor, de bronca, de fuerza, de espera, hecha cuerpo. Algo roto, en donde vive el que no vuelve."
Considerando las pocas páginas con las que cuenta la novela, es destacable cómo la autora logra retratar diferentes aspectos de la violencia que caracterizan a nuestra sociedad desde el ataque a los segmentos considerados "débiles" o "vulnerables", entre ellos las mujeres y las personas con discapacidad. Cada vez que nuestra protagonista come tierra, nos sumergimos con ella en una situación que, seguramente sabemos, sucedió en realidad o bien pudo haber sucedido. De esta forma, logramos empatizar con ella, con la dificultad que le representa el descubrimiento de los hechos y compartir la verdad con quienes aún guardan esperanzas.
La violencia lo inunda todo en esta historia de pérdida, de falta de oportunidades, de ausencias que llegan a la vida de la protagonista en forma de botellas llenas de tierra. Cada botella representa una persona desaparecida, una familia con fe en el reencuentro y una nueva experiencia traumática de sumergirse en ojos ajenos. Ninguna desaparición cobra relevancia por sobre las otras, ninguna es secundaria, como las vidas, valen todas lo mismo. Y puede ser que por eso haya sentido la ausencia de una trama que lo conecte todo, un caso en particular que abarque más complejidad que los otros, algo que no se resuelva hasta el último capítulo.
Y, sin embargo, hay una pregunta que aparece en cada párrafo: cómo puede un ser humano lidiar con la verdad. Qué haríamos cada uno de nosotros si tuviéramos la habilidad de ver, de saber, lo que nadie más sabe cuando lo que vemos es tan terrible. La lectura me deja esa pregunta, si podríamos lidiar con todo lo que no se sabe.
Y la premisa que presenta Dolores Reyes se vuelve una oportunidad de homenajear, como ella misma indica, a todas las víctimas y a todos los sobrevivientes.
La Maga.
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