Reseña: "Habitaciones", de Emma Barrandéguy.
Ya han pasado varias reseñas en el debate sobre la complejidad que somos los seres humanos. Pero pocas veces quedó planteada la pregunta de qué tan honestos somos con nosotros mismos. Cuántos de nuestros defectos no podemos reconocer ante nuestra propia mirada, que en muchos casos es más juiciosa que la mirada ajena.
"Habitaciones" de Emma Barrandéguy nos presenta en sus páginas un relato ante todo honesto. Un relato que, como bien nos adelanta la sinopsis, puede ser leído de muchas maneras, teniendo en cuenta la cantidad de temas que abarca, desde la sexualidad, los sentimientos y la identidad propia, hasta la política de la época, la sociedad y la cultura que constituyeron su entorno entre las décadas del '40 y '50.
"Y cuánto necesitamos de la palabra, la mirada, la mano, la caricia que al creer en nosotros nos haga creer a la vez; que al admirarnos v darnos cariño nos haga reconocibles a nosotros mismos, nos devuelva una imagen aceptable. Esto es eso que ahora estoy tratando de hacer, como siempre. Ahora que ya es tarde. Porque si en el fondo nos asombra y halaga nuestra personalidad, vemos que de nada sirve, que nuestra impotencia está precisamente en tener solo palabras. Y motivos de escándalo. Y no los sólidos hechos registrables que los demás tienen. O aparentan tener."
Siendo un libro publicado cincuenta años después de haber sido escrito, la autora nos presenta una prosa sencilla, intelectual, desnuda, sin necesidad de agradar o de ser políticamente correcta. Barrandéguy es transparente tanto en su relación con el contexto y con las demás personas como en su relación con sí misma, con su sexualidad, con su cuerpo y con sus ideas. De esta forma, nos invita en un diario íntimo que puede sentirse como una autobiografía digna de admiración por su valentía, más que por estar de acuerdo con sus ideales o no. Además, la escritura y el rol del escritor son preguntas constantes que generan diálogo entre la autora y nosotros como lectores.
"Había dos constantes de importancia en mi vida: la literatura y el deseo de inspirar compasión al tiempo que cariño. Sed de aprobación y búsqueda fisica, ya te lo dije. De todos modos un escritor no puede hacer sino lo que sabe hacer: poner en frases cada circunstancia de su vida, cada momento de dolor o angustia. Los momentos de alegría sedisfrutan; rara vez se comentan. En total: autocompasión y palabrería difusa."
En segundo lugar, también es destacable la cantidad de aspectos de la historia, sociedad y cultura de la época que la autora logra abarcar. Las diferencias políticas marcadas, la diferencia entre la vida de la ciudad y la provincia, los roles de género y la exploración de la sexualidad son temas recurrentes que Barrandéguy expone con elegancia, pero sin prejuicios ni pudor.
"Conocerse, subterfugio para absolverse"? Toda mi tarea literaria no tenía, pues, otro móvil que verme mejor, perdonarme, hacerme perdonar, aceptarme, hacerme aceptar."
Son lecturas así las que nos presentan un espejo entre la realidad que fue vivida hace más de medio siglo y la que vivimos hoy, dejando en claro qué cambió realmente y qué no. Pero principalmente en el espejo vemos nuestro propio reflejo. Ojalá algún día seamos lo suficientemente valientes para decirnos quiénes somos en realidad.
La Maga.
Emma Barrandéguy (Gualeguay, 1914 – 2006). Fue maestra, periodista, escritora y traductora. En 1937 se estableció en Buenos Aires, y entre 1938 y 1956 trabajó en el diario Crítica gracias a la convocatoria de Salvadora Medina Onrubia, de quien luego sería su secretaria privada. Durante casi veinte años dirigió la página cultural de El Debate Pregón, el diario de Gualeguay. Obtuvo en dos ocasiones el premio “Fray Mocho”,
la mayor distinción otorgada por el gobierno de Entre Ríos a la literatura: en 1970 por la obra teatral Amor saca amor; y en 1984 por la novela Crónicas de medio siglo.
Falleció el 19 de diciembre de 2006, en su ciudad natal.
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